Audrey Kawasaki nació en Estados Unidos pero nunca abandonó sus raíces asiáticas.
De pequeña acudió a un instituto de enseñanza japonés durante los fines de semana, donde entró en contacto con la cultura en la que habían crecido sus padres. Sin embargo, no fue hasta visitar Japón en 2009 cuando introdujo los kimonos, la arquitectura y el simbolismo del folclore japonés en sus trabajos. La blancura de los lienzos la intimida, por eso prefiere pintar sobre madera, aprovechando sus textura natural, cortándola y moldeándola con sus propias manos. La obra de Audrey tiene la figura femenina como absoluta protagonista, acompañada de flores, insectos y elementos un tanto tétricos como calaveras y esqueletos de animales. La mezcla de erotismo e inocencia que desprenden sus ilustraciones ha encandilado a cientos de amantes de las Bellas Artes.