Ya habíamos oído hablar del lugar, porque al final la publicidad más eficaz sigue siendo el boca a boca, así que solo tuvimos que buscar una buena excusa para ir a Santander y comprobar de primera mano si los rumores eran ciertos. Y sí, lo eran.
Hablamos del bar La Malinche, situado en pleno Ensanche en el centro de la ciudad. Para empezar, se come de maravilla y a buen precio, y el trato es muy cercano y agradable. Pero como somos diseñadores, no cocineros, vamos a lo que nos importa. Su imagen de marca es urbana, desenfadada, actual; y el local está decorado de forma totalmente coherente con ella. Tiene un estilo moderno pero no es impersonal, sino todo lo contrario: hace gala de un carácter único que, sobre todo, te hace sentir como en casa. Fue una verdadera gozada, la verdad. Así que no pudimos resistirnos a llevarnos su tarjeta, solo para recibir una última sorpresa. El diseño es impecable. Así da gusto.